lunes, 23 de marzo de 2009

Soy rancio ¿Y qué?

Si Señores, soy rancio, y así me confieso en el mayor de los grados llegada la Cuaresma. Soy rancio y vivo de aquella Semana Santa que se llevó el reloj de la vida.

Yo soy rancio porque me emociona el sonido de unas sillas colocándose en la víspera del Domingo de Ramos en la Carrera Oficial.

Soy rancio porque hago la decimoquinta estación del Via-Crucis al pasar por "La Victoria" al olor de unos deliciosos roscos de Semana Santa.

Soy rancio, si señores, soy rancio porque se me saltan hasta las lágrimas al abrir la bolsa que de la calle Maldonado guarda una túnica de capa roja con olor a naftalina.

Soy rancio porque un Jueves Santo me enfundo en terno negro con tirantes de la misma tonalidad.

Soy rancio ¿Y qué? Porque pienso que cuando se recoge la Soledad con Mater Mea ya se ha acabado todo.

Soy rancio y mil veces seré rancio al oir los primeros compases de Amargura o un trio de capilla interpretando las Saetas del Silencio.

Soy rancio y el corazón se me pone como aquel sonido del tambor en Soleá dame la mano, acelerado, sin pausa, ante la contemplación de un montaje como el que este Domingo veremos para el Santísimo Cristo Yacente.

Soy rancio, por todo esto y muchísimas cosas más ¿Y qué?

viernes, 13 de marzo de 2009

Otro años más.



Mis dudas, mis quimeras, mis pecados,
Mi orgullo, mis tristezas, las traiciones,
el libro de mis desesperaciones.
Mis miedos, mis recelos desvariados,
Las llagas de la vida en mis costados.
los muertos que lloré,
las ocasiones en que el otro me expuso las razones.
La ausencia de los años malgastados
a tus plantas de víctima me entrego,
hecho duro cordel para tus manos.
Descarnado refugio de la vida,
Si conviertes la muerte con que llego,
en propios atributos soberanos,
merecerá la pena esta partida.