martes, 9 de diciembre de 2008

Hablaba de Esperanza

Hace casi un año, ante una instantánea decía estos versos:

Cuando nada nos quede,
cuando estemos perdidos,
cuando el vaivén de la vida
nos lleve por otros caminos.
Cuando creamos que nada
podrá aliviar nuestros males
será el momento preciso
será el instante perfecto
de recorrer una a una
las seis lágrimas que caen del cielo.
(...)

Yo ese día hablaba de Esperanza y de lágrimas que caían pero precisamente no del cielo, sino de las lágrimas terrenales, las lágrimas que caen desde unos ojos que buscan respuestas. Esas lágrimas, las más dolorosas que veremos resbalar no son de nacar ni plastico, esas lágrimas que nadie podrá decir que son de cocodrilo pues su salinidad esta compuesta por un 90% de dolor y un 10% de culpa. Lágrimas que te duelen, lágrimas que te mortifican, lágrimas que no te dejan incluso dormir, lágrimas pues, que son de verdad porque no hay más verdad que la vida.

Tus lágrimas son las mías, y las mías las tuyas. Déjame secarte esas lágrimas.

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